Mientras
escuchaba la clase, al plantear la pregunta de “por qué la clase, para qué estamos aquí”, y tomando en cuenta que
mi posición es la distancia y, de hecho, no estoy en clase, la respuesta que se
me ocurre es la siguiente: la clase da la oportunidad de generar un vínculo
emocional, al estar más personalizada, al generar una conexión no solo verbal,
sino también a nivel no verbal, con los contenidos, con los pensamientos, a
través de las personas que nos rodean. En este sentido, estoy de acuerdo con el
comentario de una compañera donde ponía en relevancia la socialización. Otro
compañero hablaba de la relevancia de la comunidad, entiendo que refiriéndose a
que el resultado la suma de todos es más potente que lo que se consiga de forma
individual. Esto, definitivamente, lo comparto como una de las principales
razones por las que es importante seguir la clase. Para mí, la realidad que
formamos es interpretable, y la compañía ofrece la opción de reinterpretar de
una forma más dinámica los aprendizajes que vamos asimilando. Ofrece también la
opción de generar una situación dialéctica, en la que se generan constantes
dudas y donde se nos cuestiona de forma constante, que tienen un enorme valor
para el aprendizaje, lo que me recuerda a la reflexión de bienvenida del blog.
Definitivamente,
estoy de acuerdo en que es una reflexión compleja. Pero desde mi situación,
como digo, que es la de no estar en clase, el valor de una clase es enormemente
emocional; para mí, desde aquí, tengo asignaturas con las que siento una enorme
frialdad, y supone una sensación enormemente satisfactoria poder escuchar las
voces de mis compañeras y compañeros, imaginar las miradas, los movimientos, y me
genera inquietud no poder participar conjuntamente, levantar la mano,
cuestionar y que me cuestionen, formar parte de un proceso común de aprendizaje.
En ese sentido, la respuesta más acertada a la pregunta sin duda tiene que ver
con lo social y lo emocional, con el compartir un proceso, con procesos de
socialización y sentimientos asociados a la comunidad. Sin duda, no es lo mismo
disfrutar aprendiendo sola, que disfrutar aprendiendo en compañía.
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